Relax parte del día en la playa de Srebreno y después paseo por Dubrovnik centro al atardecer. El día antes había sido agotador sobre todo mentalmente, el tema del robo del coche nos tenía muy a disgusto. Pero no estábamos por la labor de que nos arruinara las vacaciones. Nada mas levantarnos miramos por la pequeña ventana que daba al patio y vimos que hacía sol. Desayunamos en la habitación, cogimos lo indispensable para ir a la playa y nos pusimos en marcha.
Costa de Srebreno
Nuestro alojamiento en Mlini esta realmente a 100 metros de la playa. Solo que para llegar hasta ella tienes que bajar 300 escaleras, no las contamos pero eran unas cuantas. También puedes hacerlo por una cuesta pero el rodeo es considerable.
Srebreno al igual que la costa de Dubrovnik tiene un encanto especial, porque conserva ese sabor antiguo a gran lujo que hubo antes de la guerra. A la orilla de la carretera se ven grandes hoteles abandonados que parecen sacados de un videojuego. Una vez llegamos a la costa elegimos donde íbamos a colocar las toallas. La verdad que no es una playa muy grande, es de cantos rodados y arena gorda. No hay mucha gente y menos a esas horas de la mañana. Así que nos fue fácil escoger.
Lo primero que hicimos fue darnos un paseo por el muelle. Es muy corto pero tiene lo elemental una heladería, un par de cafeterías, un par de casas con vistas espectaculares, y el mayor descubrimiento, un puesto de hamburguesas que a simple vista daba un poco de perceguera porque era como un puesto de helados reconvertido. Pero que resultó ser un sitio con unas hamburguesas exquisitas. Bueno volvemos al paseo marítimo que nos ponemos a hablar de comida y nos perdemos.
Colocamos las toallas justo al lado del dique que divide la bahía en dos. Nos pusimos a ese lado porque el fondo se veía mas claro. A mi eso de bañarme entre algas o rocas grandes no me gusta. No eran ni las once de la mañana y ya estábamos a remojo como unos garbanzos. Por fin notábamos ese calor que en parte nos gusta sentir en vacaciones.
Las hamburguesas de Alf
Pasamos el día dando minipaseitos y chapuzones sin barullo de gente, ni tráfico ni nada. ¡Puro relax! A la hora de comer como puedes adivinar probamos las hamburguesas que desde las doce del medio día amenizaban con su olor a toda la playa. Volvemos a decirlo, las hamburguesas de Alf exquisitas y ademas baratas. (En Agosto 2018 nos han dicho que no estaba abierto, pero desconocemos si lo han cerrado definitivo o cuadró ese día) No tienen mesas para comer pero no pasaba nada. Se nos olvidaba comentar que en esta playa hay baños al final del muelle. Son unos cuantos. Después de comer sentados en las toallas nos dimos otro chapuzón porque nos gusta vivir al limite y no respetar las horas de la digestión.
Nada mas secar fuimos a una de las cafeterías a pedirnos un par de cafés. Nosotros no andamos muy sobrados de inglés lo tenemos claro, pero para tanto como para pedir dos blacks coffees, y que nos aparecieran con lo que ves en la foto, como que no.
Yo creo que abusaron un poco para cobrarnos los dos cafés especiales de la casa que tenían una pinta que si no fuera intolerante a la proteína de la leche no dejaba ni el vaso de cristal. Pero de repente nos encontramos con esos dos inmensos cafés que el camarero decía que eran black coffee mientas nos miraba con cara de «compañeros ahora os los tomáis».
Jose hizo un duro esfuerzo y se tomó los dos. Para que te hagas una idea -nos costaron mas esos dos cafés que las dos hamburguesas con patatas y refresco grande en el Alf-. Cuando Jose terminó volvimos a las toallas y nos quedamos fritos un par de horas fruto de la congestión. Nos despertamos porque notamos frió y era porque ya daba la sombra en ese punto. Ya eran las cinco y nos pareció buena hora para volver a la habitación, ducharnos y ponernos rumbo a la ciudad.
Si antes dijimos que había 300 escalones de la que bajábamos, de la que subíamos debían ser unos 2 millones porque no se acababan nunca. Además a nosotros nos cansa mucho tomar el sol, mas que andar por ahí de expedición todo el día.
En bus a Dubrovnik centro
Después de ducharnos y todo eso que se hace para ponerse guapos, caminamos por la carretera general 50 metros hasta llegar a la parada de autobús. No tiene perdida porque todos los buses que pasan por allí paran en la parte alta de Dubrovnik. Tras cinco minutos esperando nos subimos todos al autobús. No obstante en las paradas hay información amplia sobre las lineas y los horarios. En la mayoría hay unos kioscos, solo que cada uno abre a sus horas y ese estaba cerrado. Así que los billetes los compramos dentro del bus por unas 15 cunas cada uno.
Hemos de decir que el trayecto en bus hasta la ciudad fue un poco vertiginoso. Íbamos a toda prisa, e impresiona mucho porque cada 20 metros hay pequeños altares de la gente que ha fallecido en la carretera y nosotros en el bus a todo trapo dando botes viendo velas y flores, como que no hacía gracia.
De repente el bus se paró en una general, el autobusero gritó Dubrovnik old town y nos bajamos todos menos dos señoras. Como no sabíamos muy bien que hacer, hicimos algo que ya hemos comentado en otros diarios que nos funciona muy bien. Seguimos a la mayoría. Al cruzar la carretera y meterse entre dos casas por una callejuela que hubiéramos dicho que era sin salida, empezamos a leer letreros pintados a mano «old town» y flechas. Pensamos ok vamos por el buen camino, o fue algún gracioso y vamos a dar vueltas como tontos. Pero no, se ve que lo de poner señales turísticas no les va y prefieren pintar a dedo en las fachadas. A los cinco minutos ya estábamos en la parte baja frente a las murallas.
Un paseo por Dubrovnik centro
Hemos de decir que es precioso. La luz que había a la hora del atardecer era impresionante. Justo de la que atravesamos la puerta al interior de la muralla nos cruzamos con la Guardia Real que iban guapísimos vestidos.
Nos apartamos a un lado para verlos desfilar. Bebimos de la fuente donde beben todos los viajeros que entran a la antigua ciudad.
Empezamos a pasear por uno de los cascos antiguos mas bonitos que habíamos visitado. En la general todo estaba impoluto. Había unas tiendas muy cuquis y los callejones se veían repletos de tiendas y bares. Dubrovnik esta llena de vida. Fuimos de un lado para otro y nos cruzamos varias veces con un grupo de gente que hacía fotos a cosas que a nosotros no nos llamaban la atención. Como somos un poco cotillas preguntamos y es que habían salido en la serie de Juego de tronos. Era una excursión especializada en eso.
Sin darnos cuenta ya eran las 10 de la noche. El día antes cuando lo visitamos de día nos había parecido una ciudad bonita, al atardecer era aún mas preciosa, pues cuando se hizo de noche no hay palabras. Era de cuento, cada vez mas gente y mas movimiento.
Dónde cenar en Dubrovnik…
Como no, a esas horas ya teníamos un hambre horrorosa y habíamos ido fichando diferentes sitios donde podíamos ir a cenar. Pero así como por arte de magia justo cuando estábamos un poco perdidos apareció un muchacho con pinta de estar en su primer día de trabajo, nos miró y con una voz muy suavecita y en italiano (tenemos pinta de italianos porque siempre nos hablan en italiano) nos preguntó si queríamos ver su terraza.
Aquí nos miramos y sin decir nada ambos pensamos «ok o va a ser un terrazón o nos van a dar el palo». Siempre pensamos lo mismo y por suerte nunca nos ha pasado. Efectivamente era una bellisima terraza llena de lucecitas de verbena. Rodeada de casas con muros de piedra y una enredadera que trepaba hacía el cielo (nos ponemos románticos que la estampa lo merece).
Era el Restorant Aquarius. Esta cerca del old port. Estuvimos super a gusto. El restaurante era de diez. Además era el primer sitio con carta en español. Yo cené una ensalada mixta y Jose una pizza que parecía la Sabana Santa + un jarrón de cerveza. Super barato otra vez no llegó a 28 euros. Llegamos los primeros y cuando nos fuimos todas las mesas estaban ocupadas por grupos grandes de personas. No nos pareció el típico bar al que acuden turistas a montones. Sino mas bien un restaurante donde se reúnen los amigos de la zona. Salimos encantados.
Paseamos otro poco por las calles y pusimos rumbo a la parte alta de la ciudad donde se coge el autobús que lleva a nuestra zona, Mlini.
Transporte en Dubrovnik…
Para saber a donde dirigirnos le preguntamos a una de las trabajadoras españolas que nos cruzamos (que no eran pocos). Nos indicó por donde subir hacia lo que parecía ser la estación del funicular o cable car. Cuando llegamos vimos que había una cabina con una mujer dentro y era la vendedora de billetes del autobús. Salen mas baratos a 12 kn por persona y también puedes comprar abonos diarios. Ella misma nos indicó que número de bus teníamos que coger -era el número 10 dirección Cavtat y que pasaría en unos 20 minutos-. Al parecer ya era el último del día y siempre llevaba un poco de retraso.
Los buses circulan entre las 5 y media de la mañana y las 12 de la noche aproximadamente. No obstante os aconsejamos que miréis la web de Libertas Dubrovnik que es la empresa de transportes. Incluso que os descarguéis su app que os trae todas las paradas, horarios, precios..etc En menos de 10 minutos llegamos al alojamiento. Ese día dormimos mejor que los anteriores, mas relajados. No hay nada que no se arregle con el mar, el sol, y una buena cena.
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