Pasamos el día por la Riviera de Dubrovnik de playa en playa y al atardecer recorreremos la parte alta de la muralla que rodea la ciudad.
Riviera de Dubrovnik, playa a playa
Después de pasar una muy buena noche en cuanto a descanso se refiere, teníamos las pilas cargadas para subirnos en el coche pese al estado que se encontraba después del percance en Bosnia. Nos pusimos rumbo a la playa de Mlini.
Como el día antes estuvimos en Srebreno nos apetecía cambiar y seguir conociendo La Riviera de Dubrovnik. Mlini era la siguiente playa señalizada hacía el este. Pues bien, realmente no es una playa. Es un pueblo precioso con un puerto-playa. Que esta bien, es bonito para pasear y darse una vuelta. Pero como que no reunía las condiciones que buscábamos para pasar un día de playa. Buscábamos algo más virgen, amplio…etc.
Volvimos al coche y fuimos en dirección a Soline. Desde la carretera era espectacular. Pero nos encontramos con un problema. No había donde dejar el coche, pero ni tirándolo a una cuneta. No había sitio posible. Se conoce que o estas alojado en esa zona y vas andando, o esta complicada la cosa. Pero era muy bonita, mas larga, había zonas de arena y otras de roca, y bastante gente para la hora que era.
En Mlini por lo menos aparcamos y nos dimos una vuelta por el pueblo, pero aquí ni nos bajamos del coche. Seguimos con el trayecto a la caza del playón del día. Rumbo a Plat.
En Plat en la parte alta del pueblo tienes un parking para dejar el coche. Nos dimos un paseillo hasta llegar a la playa. La verdad que el pueblo en si no nos dio más. Era demasiado complejo turístico moderno de veraneo. Llegamos a la playa. Fea no era, pero si de piedra grande, que para tumbarte no nos gusta porque estamos incómodos. A penas cubría, o te cubría del todo con lo cual para bañarnos como que tampoco. Nada que no estábamos convencidos no le veíamos encanto al sitio y decidimos volver a Srebreno. Dejamos el coche otra vez en nuestra Villa y bajamos los escalones a pie hasta nuestro rinconcito. Al final la playa junto a nuestro alojamiento era la que mas nos gustaba de toda la Riviera de Dubrovnik.
Cuando pusimos las toallas en la arena ya era las 12.30. Una hora muy buena para empezar a oler las hamburguesas de Alf y después de unos baños hincarlas el diente. Al terminar de comer no volvimos a meter la pata con los cafés como el día anterior. Probamos suerte con los helados del paseo marítimo. Estaban ricos, además la bola era bastante grande y bien de precio. Estuvimos en la terraza sentados mientras los comíamos.
Al terminar pensamos «casi que nos compramos otros dos y los comemos mientras paseamos» y fue lo que hicimos. Repetir helados mientras íbamos hasta el final del dique y un poco mas allá.
A la vuelta lo típico de un día de playa siesta, baños, mas paseos, mas helados (hicieron el agosto con nosotros) y cuando eran las 17.00 hicimos lo mismo que el día antes. Volver a la habitación, acicalarnos y poner rumbo a Dubrovnik. Ya te comentamos en el otro post cómo coger el autobús que te lleva al centro y el camino a recorrer. Pero puedes pinchar AQUÍ si no lo recuerdas.
La Muralla de Dubrovnik, imprescindible…
Cuando llegamos al centro, compramos las entradas para poder subir a visitar la muralla que nos costaron 100kunas. Merece la pena el dinero de la entrada. Menudas vistas. Tanto hacia fuera como hacia dentro.
Habíamos escuchado que llamaba la atención ver el color de las tejas debido a la guerra. La mayoría de los tejados eran relativamente nuevos y se apreciaba la diferencia de color. Era verdad. Se veía claramente que zonas quedaron mas destruidas y están reconstruidas. También vimos zonas sin reconstruir completamente devastadas.
Bar chill out en el exterior de las murallas
Fueron un par de horas muy entretenidas dando la vuelta en redondo. Cuando terminamos me empeñé en ir a buscar la entrada a un bar que habíamos visto en el acantilado fuera de las murallas. Esto es algo que a Jose le pone de los nervios. No saber donde esta un sitio al que quiero ir porque sabe que hasta que no de con él, no se van a ir le lleve el tiempo que le lleve. Soy muy cabezona.
Pues resulta que a parte de cabezona tiene muy buena orientación y se fue fijando desde lo alto de las murallas en el camino que había que seguir aproximadamente. Llegar hasta la zona no fue difícil. Difícil fue acceder al interior. Hay que atravesar la muralla por una portilla de metal que algún gracioso había cerrado con un candado.
Jose decía -vamos que esta cerrado-, y yo contestaba -no puede ser porque vi gente dentro desde arriba-. Así estuvimos un rato largo hasta que unos clientes del bar querían salir y se encontraron con que no podían, estaban encerrados. Poco a poco fue llegando gente unos para entrar y otros para salir. La histeria empezó a propagarse. Aparecía gente con palos de escoba para hacer palanca y abrir una puerta de metal anclada a un muro de piedra de dos metros de espesor (si surrealista, lo sabemos). Al final un hombre con una piedra que consiguió en la terraza de una casa le pegó un golpetazo en toda regla al candado y lo rompió. A veces lo de más vale maña que fuerza vale, pero otras con fuerza lo solucionas.
Por fin entramos al bar chill out que tienen allí montado. Corriendo y a codazos conseguimos una mesa. Nos pedimos dos refrescos y a vivir.
Decimos a vivir cuando ves lentamente un atardecer tan bonito como ese. Cómo se viste todo de esa luz anaranjada. Cómo el calor poco a poco va menguando. Y por un instante mientas el sol se guarda la gente contempla en silencio, eso para nosotros es VIVIR.
Cuando se puso el sol nos fuimos a buscar un sitio donde cenar. La verdad es que dimos tantas vueltas y paseamos tanto otra vez por aquellas calles estrechas que por más que pensamos no sabemos deciros donde esta exactamente. Pero era una cafetería que tenía de todo platos combinados, sushi, hambuguesas, pizzas…etc. Nosotros nos tomamos dos platos combinados normales y corrientes. No hay nada para destacar de aquel lugar. Lo denominaremos correcto.
Al terminar pusimos rumbo otra vez a la estación de cable car donde nos subimos al autobús que nos llevó de vuelta a la Villa al igual que la noche anterior.
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