Hoy el día se presenta diferente. Hemos decidido tomárnoslo de relax. Le pedimos ayuda a Karim porque nosotros a penas hablamos francés. Él se encargó de gestionarlo todo mientras desayunábamos. Nuestro plan era ir a una piscina a pasar el día. ¡Y lo conseguimos! Después te cuento más de este lugar, pero para seguir el orden de la guía de Marrakech comenzamos hablando de la primera visita del día, el Jardín Majorelle.
Antes de seguir, recuerda que ya hemos publicado varios post de Marrakech hablando de nuestro espectacular riad en el centro de la Medina, cómo llegar al centro desde el aeropuerto, y de los imprescindibles como el Palacio Bahía o la Madrasa de Ben Youssef. Además, en el post principal de la guía encontrarás un mapa de Google con todos los puntos guardados.
Visita al Jardín Majorelle
Cogimos un taxi en la pequeña plaza que hay en el Parking Riad Zitoun Jdid. Allí es donde nos dejó el transfer del aeropuerto el primer día. Previo regateo fijamos el precio para los 2 trayectos completos que íbamos a hacer ese día. Ir al Jardín Majorelle nos costó 50 dirhams. El taxista nos dejó su número de teléfono para llamarle al terminar la visita. No nos quiso cobrar ni siquiera ese trayecto, dijo que lo pagáramos todo al final del día.
Una vez en la puerta del Jardín Majorelle esperamos una cola de 20 minutos para comprar las entradas a los jardines. Tip: Si tienes pensado entrar al Museo bereber y al de Yves Saint Laurent puedes comprar la entrada en el propio museo que esta al principio de la calle. Así no haces la cola a lo tonto. Una vez dentro ármate de paciencia ya que está abarrotado de gente. El jardín botánico para nuestro gusto se queda muy flojo. Vimos poca variedad de especies aunque repetidas muchas veces. Quizá la zona de cactus sea la mas llamativa.

Como el Jardín Majorelle tiene más de 90 años, los ejemplares que alberga son bastante grandes y se agradece la sombra que dan. El Jardín Majorelle se construyó en 1924 pero hasta 1947 no se abrió al público. Hoy en día son propiedad de los herederos de Yves Saint Laurent.

La casa azul que todo el mundo fotografía es el Museo Bereber. Alberga una colección de elementos que definen esta cultura como trajes típicos, joyas y otros elementos. Anteriormente era el Museo de arte islámico.

Nosotros estuvimos un buen rato tomando clases de modelaje. Bueno es broma, en realidad estábamos riéndonos -con y no de- la cantidad de gente que hacía poses extrañas delante de las paredes azules del Jardín Majorelle. ¿Tendrá esa pintura alguna partícula que te trastorna? Había una rubia que en todas las fotos se tiraba del pelo y ponía cara de dolor. Bajaba, revisaba la foto, no le gustaba y lo repetía una y otra vez. Un chico con un traje blanco de lino solo se ponía las gafas de sol para la foto, se cogía las solapas y fingía que se estaba riendo a carcajadas, pero sin hacer ruido. ¿Estas tomando nota para conseguir una foto que triunfe en Instagram del Jardín Majorelle?

Nosotros al museo de Yves Saint Laurent no entramos. Pero por si te interesa, allí puedes ver la exhibición permanente donde se expone la colección del diseñador. También tiene cafetería y terraza. Horario: de octubre a abril de 8 a 17.30 horas. Resto del año hasta las 18.00 horas. Precios: La entrada completa es de 180 dirhams. La entrada simple a los jardines es de 70 dirhams. Hay ofertas para estudiantes.

Beldi Country Club
Al salir del Jardín, Soufiane, nos estaba esperando en su taxi. Habíamos acordado ida y vuelta al Club que nos recomendó Karim. ¡Llegaba la hora de vaguear!
Como nuestro riad no tenía piscina decidimos ir a pasar el día a un hotel-club. Estos resorts ofrecen un day-pass para acceder solo a la piscina, o piscina y lunch. Permite disfrutar de sus instalaciones aunque no estés alojado allí. Para llegar recorrimos 10 km en taxi alejándonos de Marrakech.

La tierra cada vez más roja, el entorno más rural y casi sin darnos cuenta nos adentramos en un oasis de rosas y pavos salvajes. Sí sí, pavos correteando libremente. Ya estábamos en Baldi Country Club. Seguimos a pie el camino que nos llevó a las piscinas y el recepcionista nos acompañó hasta las hamacas que teníamos reservadas. El lugar es perfecto. Una piscina de 25 metros de largo donde haces pie. Es de azulejo negro para conservar el calor del sol y por eso el agua esta fresca, pero no fría. Nos bañamos varias veces hasta que nos quedamos arrugaditos y después salíamos a secar al sol. ¡Qué placer!, y más siendo Noviembre.

Los jardines los componen unos grandes olivos y arbustos con muchas flores que dan sombra en algunas partes. La terraza fusiona la comida marroquí y la estética francesa de la Provenza. En resumen, un lugar ideal.

Lunch junto a la piscina
El menú lo cambian a diario. Mientras llegaba nuestra comida nos sirvieron unas aceitunas y unos cacahuetes de la propia villa. El lunch consiste en elegir un entrante entre 6, un plato principal de 10 y un postre entre 5. Nosotros pedimos rollito de primavera relleno de pollo y un plato de carne de cerdo mechada sobre ensalada y una torta crujiente que seguro que tiene nombre profesional, pero lo desconocemos. De segundo chuletas de cordero y pinchos morunos de pollo con verduritas braseadas. Y de postre optamos por helado de pistacho y profiteroles.

Este menú no incluye la bebida. Cada botella de agua de 75cl cuesta 25 dirhams. Realmente todo estaba bueno y muy bien presentado. Si es cierto que premia la calidad y no la abundancia. Es una fórmula perfecta para pasar un día de descanso. Por cierto, hay vestuarios y dan toallas. Si por un casual se te olvida el bañador, junto a la piscina encontraras una pequeña boutique donde puedes comprarte uno.

Aprovecha a dar un paseo por las instalaciones y a contemplar la colección de puertas molonas. ¡Estaba feliz! Muchos ya sabéis que tengo obsesión con las puertas bonitas, y ya si son azules ¡apaga y vamos!

Horario: 12 a 18.30. Precio: 200 dirhams solo piscina/ 290 solo lunch/ 390 dirhams el Day Pass completo, (lunch y piscina).
Dónde comprar en el centro de Marrakech
A las 17.00 habíamos quedado con nuestro taxista en la puerta del Club. A esas horas el sol ya no tiene fuerza y empieza a refrescar. Nos llevo de vuelta a la Medina. Después de una pequeña parada técnica en el Riad fuimos a la calle Rue Tougma junto al Palacio del Badi para mercadear un poco. En toda esa zona los precios son más bajos que en el Zoco.

⇒Especias. Nosotros decidimos comprarlas en la plaza Jardin Sidi Hmed El Kamel en la tienda Herboristerie Lamlih. Un hombre que trabaja allí habla español a las mil maravillas y nos pudo aconsejar en función al tipo de comidas que solemos cocinar en casa. El resumen: llevamos curry blanco marroquí y una mezcla de 35 especias llamado Ras el hanout (especialidad de cada tienda) que huele tan bien que dudo en si comerlo o meterlo en el armario. Es especial para aderezos de carne y ensaladas, pero no para pescados.
Mientras estábamos allí nos invitó a un té al que añadió un trocito de eucalipto del tamaño de una escama de sal o una lenteja. No nos resistimos a comprarlo. El eucalipto nos viene genial tanto para cuando estamos resfriados, como para el dolor de cabeza o simplemente para aromatizar las infusiones. Después de pagar aquel hombre nos regaló una pastilla de jabón de ámbar hecho a mano. Horario: de 8 a 21.30 todos los días.
Imanes y postales. Un poco más adelante, al otro lado de la plaza, compramos imanes y postales. Llevábamos días fichando diferentes tiendas y fue donde los vimos más baratos. Pagamos 10 dirhams por cada uno, y 2 dirhams por cada postal. Esta zona aunque es turística es diferente a la zona del zoco. Se mezclan las tiendas de recuerdos con las suyas propias. Y hemos de decir que es donde vimos las tiendas de especias más bonitas.
Cena en la Plaza Yamma El Fna
Tras mercadear volvimos a la plaza para tomarnos un té en la terraza de restaurante Chez Chegrouni donde cenamos el día antes. El té con menta está rico y cuesta 6 dirhams cada uno. Además las vistas a la plaza son muy buenas.
Después cenamos en el Zeitoum Cafe. Quizá fue donde la comida estaba más sabrosa. La carta incluye fotos y los camareros chapurrean español, así que de mano era perfecto. Pero no puedo recomendarlo porque por muy buena que este la comida, es inadmisible que tengas que llamar constantemente al camarero para que te sirva incluso para que te cobre.

Cenamos pastilla de pollo, broiutes de carne y hierbas (son similares a las empanadillas) y una ensalada de diferentes vegetales y quinoa. Bebimos agua y te con menta. Pagamos 272 dirhams y las vistas fueron estupendas porque el camarero nos dio una buena mesa.

Después de cenar volvimos paseando a nuestro Riad para hacer las mochilas y descansar. Solo nos queda un día más en Marrakech…
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